Me permitiré comenzar este “ideario” con una frase extraída de
un tango que dice “mi pasión es soberana” y podría terminar ahora mismo esta exposición con otro extracto tanguero: “…tu diagnóstico es sencillo: sé que no tengo remedio”. Esto podría ser un recopilatorio del arrabal porteño, o también podría ser- sin dejar de ser lo anterior- un sesudo estudio genealógico, sobre "el linaje o afiliación histórica de la diferencia como cualidad”.
un tango que dice “mi pasión es soberana” y podría terminar ahora mismo esta exposición con otro extracto tanguero: “…tu diagnóstico es sencillo: sé que no tengo remedio”. Esto podría ser un recopilatorio del arrabal porteño, o también podría ser- sin dejar de ser lo anterior- un sesudo estudio genealógico, sobre "el linaje o afiliación histórica de la diferencia como cualidad”.
Hablar de pasiones y soberanías asociadas al constructo de lo que hemos entendido por "discapacidad" parece un contrasentido. Y de hecho lo es. Porque los derechos humanos construyen soberanía y ésta forja independencias e ideologías sexuales. Este -sin embargo- parece ser un engranaje de mecanismos libertarios “garantizado” para determinados cuerpos y sexualidades que producen o funcionan de una manera estandarizada.
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