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Buscarita Roa con algunos integrantes de INCLUIR |
Este
18 de Diciembre, nuestra asociación INCLUIR, inauguró el salón
principal en su Sede de Caballito con el nombre de José
“Pepe”
Liborio
Poblete.Y probablemente, alguno se habrá preguntado, quien era ese muchacho,
que en la foto se veía muy normal. Buscando en la web, lo vemos
sentado en una silla de ruedas, con amputación de ambas piernas, y
vamos entrando en tema. Si aquellos que recibieron el libro digital
Los Rengos de Perón lo leyeron, allí también encuentran una
referencia a esta persona, que hasta ahora, para muchos es un
desconocido. Pero repentinamente durante la reunión alguien entra y
todo se alborota, una señora mayor, de esas abuelitas que todos
quisiéramos tener. Pregunto quien es y me responden como si yo fuera
un marciano: Es Buscarita, ¡¡¡ Buscarita Roa !!!
Pero
esta historia culmina con el número 64, y un año, 1999, ¿Y porque?
Vamos a seguir el relato.
EL
ENTORNO HISTÓRICO
Durante
las décadas
de 1970 y 1980, se llevó a cabo La Operación Cóndor, más conocida
como Plan Cóndor, que fue la coordinación de acciones y mutuo apoyo
entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de
América (Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, y
creo que en menor medida Perú, Colombia, Venezuela y Ecuador). Esta
suerte de sociedad de la
muerte no fue casual sino definitivamente organizada, coordinada y en
muchos casos financiada por la CIA de los EEUU, en una muestra mas de
su histórica política de inferencia en los destinos de aquellos
países que ellos consideran de su dependencia a nivel económico,
político
e incluso cultural. La CIA
suministró
equipos de tortura a brasileños y argentinos (entre otros) y ofreció
asesoramiento sobre el grado de shock que el cuerpo humano puede
resistir.
Pero
¿que
implicaba exactamente esta coordinación? ¿la defensa
de la libertad? ¿resguardo de las democracias? ¿colaborar con el
nivel cultural o económico regional? ¡Nada mas lejano de la
realidad! Mas bien,
el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios seguido de
torturas, traslados entre países y por supuesto la desaparición y/o
muerte de personas, que ellos consideraban como subversivas del
orden instaurado o contrarias al pensamiento político o ideológico
opuesto, o no compatible con las dictaduras militares regionales.
Esta gran organización clandestina internacional llevó a cabo
sangrientas prácticas de terrorismo de estado que usó
como instrumento principal el asesinato y desaparición de decena de
miles de opositores o supuestos opositores a sus intereses,
mayormente pertenecientes a movimientos políticos
de izquierda.
Esta
nota no pretende profundizar en los vericuetos históricos,
principalmente por una cuestión de espacio y por ignorancia mía
sobre el tema, pero es necesario presentar la línea de tiempo de los
actores principales y esta historia de vida dentro de Chile y la
Argentina.
CONCIENCIA
SOCIAL INCIPIENTE
Conversamos con Buscarita, comienza su relato
compartiendo con nosotros intimidades de la personalidad de Pepito:
Desde muy chico él ya tenia la necesidad de colaborar con los
desprotegidos, tanto materiales como intelectuales. Si bien era una
familia de humilde condición, Pepito ya necesitaba compartir el pan
con los menos afortunados, pero un día descubrió que las verdaderas
necesidades del común de la población era la falta de conocimiento,
asi que junto con amigos que él mismo congregaba, comenzaron a
alfabetizar a quienes estaban interesados. Esto se llevaba a cabo en
casas de particulares y de forma extraoficial. Ya para este entonces
su mama veia sin comprender las actitudes humanitarias de este joven
chileno.
Buscarita
no ignoraba que su hijo militaba: “El tenía 9 años y ya
participaba en el colegio; a los 10 o 12 años era presidente del
centro de alumnos, yo no podía ignorarlo, incluso un profesor una
vez me dijo: ‘Señora, tenga mucho cuidado con su hijo porque tiene
inclinaciones políticas’, aunque más bien me dijo ‘zurdas’, y
yo le respondí que mi hijo escribe con la derecha”.
José
era Pepe entre sus amigos. Hacía trabajos de solidaridad en el
barrio en Chile, como después de 1973 lo haría en Buenos Aires con
los curas del tercer mundo. “Me pedía jabón y toallas para
lavarles las manos a los chicos, empezaron a dar clases en un centro
comunitario.” Alguna vez todo el barrio habló con el alcalde para
que lo nombren presidente de la Junta Vecinal, pero el hombre se negó
definitivamente porque que era demasiado niño. “Eran tantas las
cosas que se le ocurrían hacer –dijo su madre– que la gente no
lo veía como un niño.”
Pero
a los 16 años ocurrió lo impensable. Un horrible accidente
ferroviario le cortó las piernas arriba de las
rodillas. “Yo pensé que había terminado la vida de mi hijo, pero
me equivoqué, porque cuando fui al hospital me dijo: ‘Voy a ser el
primer hombre que va a correr con piernas ortopédicas’.”
LA
VENIDA A LA ARGENTINA
Pero el destino le deparaba una
hermosa sorpresa a Pepe en la Argentina. Se mudó
a Buenos Aires para estudiar medicina y ponerse las piernas
ortopédicas. Así
que fue al
Instituto de Lisiados y allí estaba ella, Gertrudis, la que sería
su compañera, y madre de su única hija. En
esa época era común que jóvenes colaboraban como voluntarios en
ACIR, entre ellos y sus compañeros formó
la agrupación de Lisiados Peronistas por la Liberación, bien
conocidos como Los Rengos de Perón.
Se
incorporo
a los Montoneros
y entró en la clandestinidad. Cuando lo secuestraron, trabajaba en
Alpargatas, vendía en un tren, y vivía
junto a Gertrudis y su hija en una casita alquilada en Guernica.
Su
madre recuerda: “Me llamaba por teléfono y me citaba en lugares
inhóspitos, yo viajaba con una vianda con sánguches; cuando pasaron
a estar clandestinos mi sufrimiento era grande. Yo me preguntaba:
¿cómo hace sin las piernas?, ¿con bastones, en silla de ruedas?
Porque yo veía que él no quería decirme dónde estaba.”
LA
DESAPARICIÓN
“Después del secuestro
la vida cambió totalmente, quedamos quebrados, todo fue difícil. No
había forma de saber qué iba a pasar.”
Buscarita ya vivía
en Buenos Aires, trabajaba en el Ministerio de Planeamiento como
supervisora de Mantenimiento en un piso con los militares.
“Siempre
digo que yo apenas entraba al trabajo dejaba mis problemas afuera:
sonreía, hablaba con mis compañeros para que nadie se diera cuenta
y cuando salía iba a buscar a mi hijo por todos los lugares habidos
y por haber.”
BÚSQUEDA
Y DOLOR (UNA VEZ MAS)
Su consuegra Ana,
antes de suicidarse, un
día recibió una llamada de su hija Gertrudis quien
le preguntó dónde estaba su hija.
“Creo
que durante un tiempo pensamos que la tenía una de las dos, pero
cuando llamó dijimos: ‘¿Ahora qué vamos a hacer? Tenemos que
buscarla’. Si dicen que ellos no la tienen, entonces dónde está.
Entonces fue cuando yo me acerco a Plaza de Mayo porque veo mucha
gente con pañuelos blancos haciendo la ronda.”
Buscarita
se acuerda de que cuando una de las madres le dio un pañuelo intentó
taparse completamente la cara. “Tenía mucho miedo: ¿qué pasaba
si me veían del trabajo?, ¿qué iba a ser de mis hijos? Yo tenía
seis hijos más.”
Otros
sobrevivientes supieron que Pepe y Gertrudis estuvieron en El Olimpo.
“A mi hijo le hicieron cosas terribles –explicó–: Hacían una
pirámide de personas y desde arriba lo tiraban porque no tenía sus
piernas, a ella la arrastraban desnuda de los pelos; el Turco Julián,
que quisiera que se pudra en la cárcel.”
Claudia
estuvo poco tiempo con sus padres en el centro clandestino. La niña
fue apropiada por el coronel Ceferino Landa. Dicen que adentro de El
Olimpo, Landa preguntó por la niña y el Turco Julián le dijo que
se la llevara, porque en poco tiempo los padres iban a ser comida
para los pescaditos. “Yo siempre tuve la esperanza de encontrar a
mi hijo, cada vez que volvía del trabajo y veía gente en la puerta
de casa pensaba que eran ellos que habían llegado, pero pasaron
quince años y después de ese tiempo no tuve más esperanza, sobre
todo cuando me contaron
que la silla de ruedas de Pepito fue vista en la ESMA tirada con una
rueda rota, pero sí
sabía que iba a encontrar a mi nieta, eso nunca me lo saqué de la
cabeza.”
ESPERANZA
Y RECUPERACIÓN, EL NUMERO 64, 1999
Los
tres fueron llevados al Centro Clandestino de Detención El Olimpo,
en las calles Ramón Falcón y Olivera, en el barrio de Floresta. La
beba permaneció allí sólo tres días, hasta que los captores
decidieron
entregarla porque no soportaban los reclamos de sus padres. Respecto
del matrimonio, ambos fueron vistos por última vez el 29 de enero de
1979.
“Es imposible olvidar. Primero porque no encontramos
los restos de nuestros hijos, no hay huesos, tenemos las dudas de si
los tiraron al mar, al Río de la Plata, o están en una fosa común.
En segundo lugar, nos faltan quinientos nietos, es imposible cerrar
esa herida y no se va a cerrar hasta que no encontremos al último”,
afirma Buscarita.
Era
1999 y el juez Gabriel Carvallo había ordenado realizarle análisis
inmunogenéticos a Mercedes Beatriz Landa.
Según
información de Abuelas de la Plaza de Mayo, Claudia había sido
inscrita como hija propia por Ceferino Landa, con fecha de nacimiento
13 de Junio de 1978, era integrante de la estructura de inteligencia
del ejército, y su esposa, Mercedes Beatriz Moreira. La partida de
nacimiento falsa había sido firmada por un médico militar.
Fue
la nieta recuperada N.º 64, y como dije: 1999.
HOY
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Claudia Poblete Hoy |
El
haber encontrado a Claudia generó en Buscarita un compromiso mayor
con la institución. Si bien ella estaba ligada a Abuelas de Plaza de
Mayo desde que encontró a su nieta su labor en la institución se ha
hecho constante, persistente. Buscarita va todas las semanas a la
casa de Corrientes 3284 y nunca olvida hacer una torta para la
reunión de Comisión directiva.
En
este último año Buscarita quedó al frente de la difusión de los
viajes que Abuelas y la Comisión Nacional por el Derecho a la
Identidad (CONADI) están haciendo por el interior del país, y antes
de la visita de los equipos técnicos de ambas instituciones ella
viaja para anunciar las actividades.
En
estos viajes también se está armando una red nacional por el
derecho a la identidad, que en varias ocasiones ha invitado a
Buscarita para presentar sus actividades. A veces presenta una
muestra de Abuelas, otras va a dar una charla a un club o una
escuela. Para ella es muy importante contar lo que pasó, sobre todo
a las nuevas generaciones: “Por allí, escuchar a una Abuela o
Madre, lo hace más verídico para ellos, ya que podrían pensar que
es un cuento, una historia o una mentira. A mí lo que me sucede es
que los chicos me escuchan, después saludan, me piden que siga
adelante, ellos quieren saber y es por ellos también, porque
esperamos que nunca más se repita esta historia”.
El
fin? No Buscarita nunca descansa.
La
reunión con Buscarita llegaba a su fin, pero seguía compartiendo
con nosotros sus anécdotas, y también como una abuela amorosa,
dándonos
consejos sobre nuestra salud, y elogiando
a los que con discapacidades de distinta índole continuamos la
lucha inclusiva desde distintas trincheras. Nos abrazó, y besó
nuestros rostros dándonos Ella fuerza a nosotros, viendo en cada uno a su propio hijo, arrancado de
su regazo, dando ejemplo de fortaleza, compromiso, pero sobre todo de
amor maternal y valentía
sin fin contra los actores de la fuerza bruta y la sangre y el acero.